viernes

Artistas varios - Power Of Soul : A Tribute To Jimi Hendrix

Experience Hendrix - 2004


Hay un fenómeno que parece estar llegando a la cresta de sus posibilidades: el retorno de bandas y músicos que hicieron historia, años después, a los escenarios. Para aquellos casos en que el precio a pagar (suponiendo que exista alguna suerte de paraíso) es la muerte, hay un camino más cercano, más fácil y menos riesgoso para el físico: el tributo en disco. Independientemente de otros tributos, que son aberraciones de un negocio que se extiende como una mancha de petróleo en el mar, Power Of Soul : A Tribute To Jimi Hendrix es una buena oportunidad para revisitar a Hendrix tamizado por el talento de Santana, Prince, Sting, Clapton, Kravitz, Chaka Khan, John Lee Hooker, George Clinton y Stevie Ray Vaughan, quienes encabezan la serie de artistas que extienden la garantía de lo que el disco es: una calibrada máquina sonora que respeta la esencia potente y arrolladora del gran guitarrista nacido en Seattle.


martes

The Breeders - Pod

Elektra - 1990


Un comienzo nada caprichoso: la presencia de la bajista y cantante, herencia directa de Pixies, hizo suponer una línea recta hacia la continuidad. Pero, aún conservando la esencia, la apuesta fue otra y The Breeders produjeron el 1990 un interesantísimo primer disco. Un registro sonoro potente, fuerte, sólido y sin más pretensiones que dar un golpe al centro del pecho a puro rock. Sin embargo, Pod trasciende su propia falta de pretensiones y se constituye en una vuelta de tuerca musical a la escena de Lo Femenino en el rock. Al punto que se atreven, en su debut, con Happiness is a warm gun de The Beatles. Y no sólo salen airosas: lo versionan, lo acomodan, lo procesan y lo devuelven con el discurso modificado, atravesado su propia sonoridad. No es, seguramente lo más importante de este debut, pero es un indicador, un termómetro con el cual medir la fiebre de este muy buen disco.


P J Harvey - Dry

Island Records - 1992


Hay algo de la modernidad que estigmatiza cualquier primer disco de artistas que, estéticamente, le son afines: siempre es el único que vale la pena escuchar de punta a punta; el mejor, incluso por ser generalmente el más desconocido. En el caso de Dry, es un disco que alimenta esa forma de la modernidad porque se erige como un debut arrollador por su potencia y por ser la cuña de un nuevo discurso femenino dentro del rock más duro y puro. Con un arranque que presagia el recorrido de sus actuales 7 discos y un abanico de temas que la muestran en distintas dimensiones -o mejor aún, facetada como un diamante-, el puntapié de Polly Jean no es sólo el punto de partida de su camino, es también la punta de su zapatito punkie revoleando el tablero y las fichas de la estética rocker.


Nirvana - MTV Unplugged In New York

Geffen Records - 1994


Hace 14 años atrás, uno de los tríos musicalmente más poderosos de los últimos decenios dejó la ferocidad eléctrica para brindar (y grabar) un tremendo concierto de ferocidad acústica. Con una performance extraordinaria de Kurt Cobain -en una excelente forma artística que presagiaba el final anticipado de su vida- y sólidamente acompañado por sus laderos de los últimos años, Dave Grohl y Kris Novoselic, MTV Unplugged In New York es un disco que revisita la esencia del trío, la que se esparce por temas propios y covers, David Bowie incluido. Si bien 14 años parecen no ser un hito habitual de celebración de un acontecimiento, es una buena ocasión para volver a escuchar una de las mejores producciones en vivo de las que se tenga escucha. Incluso, puede ser incluida en la línea mitológica del album Paris de Supertramp ó Made in Japan de los Deep Purple. Loado sea ese cielo.


domingo

RZA + Keb Darge - The Kings of Funk


Rapster Records - 2005


El rapper RZA y el DJ Keb Darge decidieron dar a conocer un compilado que constituye, al entender de cada uno, la lista monárquica de esa música brillante y poderosa que es el funk. A primera vista, y al menos para alguien que no es especialista en este género, los nombres de la realeza suenan extraños, ajenos. Como si estos recopiladores nos hablaran de una dinastía inventada, o bien por fuera de la historia oficial en la que se constituye el mercado. RZA armó el seleccionado del primer disco con bandas y solistas de presencia en el mercado discográfico entre los '60s y '70s del siglo pasado, entre los que asoma uno de los nombres clave del funk: Sly & the Family Stone -cuyo bajista introdujo la técnica del slap en el bajo-; Keb Darge, en el segundo LP, arriesgó a incluir a reyes más jóvenes. Es decir, construyeron el árbol genealógico en una disimulada línea cronológica. El resultado es un seleccionado, eléctrico y poderoso, que hace que los pies se muevan al ritmo sincopado con irrefrenables ganas de bailar.


martes

Stevie Wonder - Talking book

Motown - 1972


Talking book es una obra cumbre de la música contemporánea. Y un hito fundante. Y, quizás, una de las producciones individuales más importantes de la época del registro sonoro. Stevie Wonder construyó una obra que, oralidad expresa mediante (la traducción literal del título es libro parlante: ¿qué otro libro podría pergeñar un no vidente nato?) es un monumento, en el sentido de Obra, a su modo de entender la música. Un ejemplo de esto, aunque no su valor agregado, es que l propio Wonder se hizo cargo de la ejecución de la mayoría de los instrumentos que con los que se armaron los temas. Aunque muchos lo consideran como el mejor disco de fusión (crossover, para ser más preciso con la oficialidad musical) por su raiz rythm & blues y sus afluentes de soul y funk, el registro musical no denota intención alguna, sino más precisamente la explosión, la sorpresa, el deleite que provoca una auténtica obra de arte. Si a eso le sumamos que abre con la deliciosa You Are The Sunshine Of My Life (donde le dice a su objeto de amor "sos la manzana de mis ojos") , que promedia con el hit Superstition y que cierra con la preciosa balada I Believe (When I Fall In Love It Will Be Forever), no dudo en afirmar que Talking book es un disco imperdible e imprescindible.



jueves

Varios - The Jazz Chillout v1.0

EMI - 2002


El chillout parece destinado a producir un fenómeno similar al de la bossa nova: cualquier música o artista pueden ser tamizados con esta forma cool de escuchar el mundo. The Jazz Chillout v1.0 es una excepción en la larga lista de intentos fallidos. Quizás porque no es una revisitas a clásicos o estándares del jazz, sino una lectura ambigua de temas como Light my fire (The Doors), She's a lady (Tom Jones), Creepin' (Stevie Wonder) o Harvest Moon (Neil Young)a modo de un jazz apto para la franja horaria entre la noche y el amanecer. Norah Jones, Cassandra Wilson, Guru, Erik Truffaz, Medeski Martin & Wood, Julie London, Soulive y Dr. Lonnie Smith son la punta del iceberg de este disco que sobresale de la típica bolsa de gatos que suelen ser los compilados.



Dave Grusin - The Gershwin connection

GRP Records - 1991



Si a alguien le preguntan por Dave Grusin, probablemente le resulte muy dificil responder de quién se trata. Sin embargo si al llamado Gran Público se le preguntan por películas como El graduado, Reds, Tootsie o Los fabulosos Baker Boys; o por series de tevé como Baretta, Columbo, Ladrón sin destino o Jim West, podrá contestar sin mayores dificultades. Resulta ser que todos esos títulos tienen un responsable en su banda de sonido que es, como cae de maduro, el viejo Dave. The Gershwin connection es, ni más ni menos, que la música del gran compositor estadounidense que, valga la concordancia, logró amalgamar de un modo único el jazz, la música clásica y la popular de las obras de Broadway. El agregado de Grusin y su banda está en la impecable vuelta de tuerca sonora y en un necesario aggiornamiento que hace pie en el respeto por la obra original que traslucen los 13 temas del disco.


viernes

Mutabaruka - Check it!

Alligator Records - 1983


Mutabaruka es el nombre elegido por Allan Hope para representar su enorme cambio: su conversión del catolicismo a la religión rastafari de su Jamaica natal; su abandono del "mundo civilizado" y su retiro a la montaña; su trueque de un puesto en un banco a la aspereza de ser un poeta dub. Check it! es un disco en el que el raggae y otros sonidos caribeños fluyen para armar un discurso de un alto contenido político, rico en matices musicales, con un desempeño vocal que causa sorpresa y cuya música es usada, de un modo militante, como un arma tan efectiva (punto de extensión para discutir el concepto de efectividad) como la poesía. El discurso contra el dominador blanco hace que muchos blancos que gustan del reggae desconfíen de este radical militante de la palabra. Así como Cassius Clay devino en Mohamed Alí, Allan Hope devino en Mutabaruka para aplicar el golpe de la minoría en el oído del blanco opresor.


jueves

Blind Melon - Classic Masters

Capitol - 2002


A siete años de la muerte por sobredosis del cantante Shannon Hoon, el sello Capitol lanzó un compilado, con tanto éxito que reflotó la fórmula poco después. Este disco es un panorama de la música de una banda que no logró sobreponerse a la temprana muerte de su líder natural. Recién con la edición de este collage de los temas más populares, los Blind Melon volvieron a picos de venta similares a los que lograron con uno de los temas más conocidos, más representativos y el más exitoso que produjeron: No rain, incluido en el álbum en cuestión. No puede saberse a ciencia cierta qué hubieran producido los oriundos de Mississippi de no haber mediado una sobredosis de cocaína. Pero sí puede lamentarse tener un universo acotado de guitarras que van del hardcore al folk; de esa voz que parece columpiarse entre los registros de Eddie Vedder y Axl Rose; de esa música de la cual Classic Masters es, sin duda, una excelente exposición.


domingo

Nick Cave & the Bad Seeds - The boatman's call

Mute Records - 1997


Si alguien empezara a escuchar la obra de Nick Cave por su décimo álbum podría quedarse con una impresión equivocada del músico y cantante australiano. Y es que The boatman's call, si bien no se escapa de las generales de la creación del hombre de voz de caverna (haciendo honor a su apellido, precisamente), es un paisaje de baladas que rozan lo amoroso con el mismo tacto que se aproximan a lo erótico, a la pérdida, a lo desesperado, al porvenir. Si alguien comenzara a escuchar a Cave a partir de aquí, tendría una visión fragmentada, imprecisa y acotada: no es posible vislumbrar qué hubo antes de este maravilloso discurrir por los vericuetos sentimentales, sobre qué bases está apoyado, cuál es el camino que lo antecede. Por el contrario, quien llega a este disco después de haber escuchado a Cave con anterioridad, le agradece que su característica oscuridad y su no negociable caracter maldito hayan estado al servicio de canciones tan inolvidables como los frustrados amores que las engendraron.

lunes

The Beatles

Apple Records - 1968


¿Cómo llamar a un álbum que no tiene nombre? ¿Cómo nombrar un disco que no puede ser resumido en un nombre? El álbum blanco es la cúspide en la trayectoria creativa de The Beatles. Es un álbum panorámico, que atraviesa -y es atravesado por- una diversidad sonora incapaz de ser contenida en un sólo disco: una obra monumental, una master piece tallada con el diamante de la ruptura: es el surco delgado, el delineado del corte final; ese que se hace brecha en Let it be y abismo insalvable en Abbey Road. Es un álbum fragmentario, escindido, el giro definitivo hacia el final. Es un álbum de anticipo, la puntada inicial de los siguientes veinte años de la música moderna contemporánea, el ADN fundacional. Es decir, es la síntesis del camino que los fabulosos cuatro comenzaran en plena adolescencia. Es la miríada que produce un cristal esquirlado, las voces de cada uno de The Beatles componiendo -en secuencia metonímica- un gran collage que se convierte en un complejo vitreaux coral. Si hubiera que enviar al espacio un disco, como una botella al mar, que represente una época, sin duda este es el que se llevaría la mayoría de los méritos. Aún a pesar de ese bochorno musical llamado Ob-La-Di, Ob-La-Da, el peor tema musical de la historia del pop: quizás una mente superior lo entienda como un ejemplo de lo que puede producir el mal uso del genio musical.





martes

The Funk Brothers - Standing in the Shadows of Motown

Virgin - 2003


The Funk Brothers fue, desde 1959 hasta 1972, la in house band, la banda de músicos sesionistas del prestigioso sello de la música soul Motown. La banda se desarmó cuando el sello se mudó de ciudad; retiro que se extendió por algo más de 30 años, hasta la realización, en 2003 , del documental fílmico Standing in the Shadows of Motown (un significativo/irónico nombre: Parados en las Sombras de Motown: sesionistas, segundo plano necesario, soporte estoico de las verdaderas estrellas). La banda se sonido cuenta con las participaciones de Ben Harper, Chaka Khan, Me'Shell NdegéOcello y Bootsy Collins, entre otros. La lista de tracks no trae mayores sorpresas y, obviamente, repite entre sus compositores al inoxidable Marvin Gaye, viejo amigo de la casa. Es un disco en el que se respira el deleite con el que fue realizado, la satisfacción por el reencuentro. Sin embargo, uno no puede dejar de pensar que se trata de algo así como el Buena Vista Social Club del soul: un gusto para esos magníficos viejos que se olvidará con el paso del tiempo.


miércoles

Cassandra Wilson - Jumpworld

JMT - 1989


Cuarto disco de C. W. antes de que saltar a la fama de la mano del famosísimo sello de jazz, Blue Notes. En esos momentos, ya ponía al servicio del oído ajeno el sonido claro, filoso, cálido, calmo -y evidentemente ciclotímico y contradictorio- de su voz; una dicción perfecta. Jumpworld es un paseo por el gusto musical de esta dama a fines de los '80; por los vericuetos de la búsqueda de una producción con el sello indiscutible de su buen gusto; por el asomo insistente y fresco del jazz; por la experimentación de un sonido clásico y potente, más cercano al soul. Una banda sólida y un repertorio sobrio y atractivo -aunque por momentos ecléctico- completan este delicioso postre.


jueves

Michel Camilo - One more once

Columbia - 1994

Escuchar a Michel Camilo tocar su piano es un placer de los que uno disfruta toda la vida. El camino musical del dominicano ha tenido tres desafíos:

1. ser un músico culto: de una formación tan rigurosa que le ha permitido trabajar como director invitado de la Orquesta Sinfónica Nacional de la República Dominicana, la Orquesta Filarmónica de Londres, entre otras sinfónicas y filarmónicas;

2. ser un músico popular: no sólo sus discos han tenido un gran éxito de ventas sino que, también, ha sido reconocido con los grandes premios del mercado (que no siempre tolera a La Academia...), entre ellos el Grammy (1983 por Why Not! y 2000 por Spain, junto a Tomatito), el Emmy (1987 por The Goodwill Games Theme), el Oscar (1995 por el soundtrack de Two much de Fernando Trueba); y

3. hacer del latin jazz una música con entidad de tal: como en toda fusión, lo que destaca es, como en este caso, lo que hace uso de sus componentes diversos como herramienta para provocar una novedad y no una mezcla, una argamasa fofa; cosa a la que es muy proclive la llamada música latina -que no es más que una espesa confusión de lo latino con lo caribeño.

Michel Camilo no solamente ha salido airoso -y con margen- de los tres desafíos. Los ha convertido en el material con el que construye su música. y One more once es una prueba fiel de ello.


martes

Yellowjackets - The spin

MCA Records - 1989


La existencia de Yellowjackets es producto de la casualidad y no tanto: la convocatoria como músicos sesionistas para un disco solista de Robben Ford, fue la arista del azar. La química musical -que terminó relegando al catalizador Ford a la categoría de músico invitado- fue el componente del encuentro, la coincidencia estética. The spin está considerado un álbum casi eléctrico, cercano al pop, pero que deja traslucir el ensamble que la banda logró haciendo base en el jazz. Es un disco de una complejidad comprensible, que acompaña, transporta y nos hace sacudir el pie. Música grata, sin excesos, sin derroche de virtuosismo y adornado con buen gusto, precisión, claridad estética y una solidez musical que lo hacen disfrutable de principio a fin. Que los integrantes hayan sido músicos de varios nombres que podrían conformar el Gran Seleccionado Contemporáneo, no hace más que dar una dimensión del respeto que sus pares -notorios y famosos- tienen por estos músicos de raza.


sábado

Peter Gabriel - So

Geffen Records - 1986


El gran disco que marcó un hito en la carrera solista de Peter Gabriel, 11 años después de abandonar Génesis, grupo que fundó en 1967. Mezcla de un pop a la vez clásico y fresco, con líneas sonoras de lo más oscuro de la producción del músico inglés. Una carta de presentación al gran público, un polimorfo sonoro que atrapa los pies, el corazón, el alma atormentada y cuyas Oscilaciones pueden graficarse como el pendular movimiento entre Sledge Hammer y We do what we're told, que es como decir entre lo bailable y lo experimental. El comienzo de la gira con la precisión de Stewart Copeland, las voces de Kate Bush, Youssou n'Dour y Laurie Anderson no hacen más que completar el soporte estético que hace de So un discazo.


lunes

David Gilmour - On an island

Sony - 2006


On an island es el punto más alto de un estilo: el que Gilmour dejó grabado a fuerza de buen gusto y fuego sagrado en la escucha de millones de seres humanos. Un estilo basado en la fuerza expresiva de la guitarra, en notas largas y melancólicas, en enloquecidos riffs a medio tiempo, en un el sonido claro, transparente, acuático. Pasajes que rozan lo oscuro y lo siniestro, melodías que se abren y nos muestran esta isla en el mar. Un mar que alternativamente mece y sacude. Y uno se deja llevar y aparece el sonido Gilmour, garantía de un viaje cómodo y tranquilo, sin mayores sobresaltos. On an island es el logro de ese hombre que se contempla en perspectiva de lo que ha sido para construir con más precisión lo que quiere ser. Otra forma de escuchar este disco es un vano intento de reducirlo a una comparación con lo que no reniega ser pero que tampoco pretende exhibir.


martes

Morcheeba - Fragments of Freedom

Sire Records - 2000


Surgidos a la sombra del movimiento de Bristol de fines de los 90, es en Fragments of Freedom donde el trío de los hermanos Godfrey y la vocalista Skye Edwards da en el tono justo de la banda. Disco de inflexión y encuentro, expone en su superficie sonora los rastros de los orígenes ligados a los lamentos del trip-hop y abre el paso a pinceladas pop bailables y a los sonidos sanguíneos y desgarrados del blues. De una calidad pareja y abrumadora, el disco tiene la chapa de candidato a ser uno de los clásicos del fin de siglo pasado. La música de Morcheeba es un amplio horizonte que puede contemplarse tan nuevo y tan distinto en cada track, como novedades produce el estado de ánimo de cada quien en un día distinto.



viernes

Dayna Kurtz - Postcards from Downtown

Munich Records - 2003


El primer disco de esta dama es como un salto en picada en el cuál Dayna Kurtz nos lleva montados en el sonido de su voz grandiosa; una montaña rusa, un laberinto de espejos. Entramos por la puerta de un cabaret francés y, de ahí en más, aparece un recorrido sinuoso; por una geografía musical que no excluye el jazz, el folk, el gospel; una puesta en escena que va desde lo resplandeciente hasta el oscuro del abismo. Como todo buen salto en picada, provoca sensaciones encontradas. Da vértigo, provoca placer, se torna molesto, acaricia, mece, hace temblar. Y como todo buen salto en picada tiene un final súbito, sorpresivo. Y uno se queda con ganas de más. Y trepa, trepa hasta el primer track para volver a saltar.


lunes

Jill Scott - Who is Jill Scott? Words and Sounds Vol. 1

Hidden Beach - 2000


Jill Scott es un no tan extraño fenómeno: una cantante negra de voz prodigiosa, que se rodea de muy buenos músicos para hacer un disco exquisito; una mujer con una carrera que parece tener el camino allanado para una serie de éxitos estéticos y comerciales que, de pronto, desaparece dejando una producción de 3 volúmenes con su música. Who is Jill Scott?, el primero de ellos, es -como afirma el subtítulo del álbum- sólo la primera parte de lo que puede construir con su palabras y sus sonidos: el asomo, la carta de presentación en la que construye una serie de canciones para responder a ese interrogante. Serie que da la pauta del gusto, la delicadeza y la potente mezcla de soul y funk que lo abarca desde el primer al último corte. Pregunta que nos hace preguntarnos: ahora que creemos saber quién es Jill Scott, ¿para cuando la vuelta?


viernes

John Mayall - Sense of place

Island - 1990


Si un sonido podía identificarse con la geografía sureña norteamerica, era el blues. Eso hasta la llegada, cuando no, de un inglés: el seños John Mayall. Sense of place es un disco que abona esa geografía, aún en la distancia conceptual y estética; aún en el respeto a rajatabla por el estilo, incluso buceando en las sutiles diferencias, en los pequeños abismos de los que el blues es posible. Si tenemos en cuenta que muchachos de la talla de Eric Clapton o Peter Green abrevaron, en su juventud, en las fuentes de Mayall, puede adivinarse que clase de músico es el maestro por el sonido de sus discípulos. A los 57 años, el señor Mayall concibió esta obra en la que el viejo género se renueva, no debido a la inclusión de agentes estéticos externos sino a partir de apegarse a la mística blusera y hacer que se mueva el cuerpo, que la cabeza flote en los acordes arrastrados. Si como muestra basta un botón, puede decirse que si alguien escucha Congo square sin mover un músculo, muy probablemente no se encuentre en el mundo de los vivos.

jueves

Jam & Spoon - Tripomatic Fairy Tales 3003

Polydor - 2004


Ultimo disco del dúo alemán que combina las ganas de bailar con la nostalgia plagada de aromas a lo más oscuro de la música electrónica; la excelencia de un trabajo brillantemente producido con la frescura on line del DJ; la cumbre de la adrenalina con la meseta de la nostalgia; todo amalgamado con reminiscencias del más auténtico y necesario sonido británico, donde desfilan similitudes con Bowie, los Depeche Mode, Underworld...

Sin habérselo propuesto (Markus Löffel, (a) Mark Spoon, uno de sus integrantes, murió de un ataque al corazón a principios de 2006), Tripomatic Fairy Tales 3003 se convirtió en un exquisito canto del cisne. La voz maleable de Plavka, la asesada y björkiana Dolores O'Riordan, las apariciones de Jim Kerr y Tricky, la delicada Virgina Nascimento y el sorprendente Xavier Naidoo convergen, junto a otros, en un tributo imprevisto y adelantado; en una verdadera compilación de cuentos de hadas escritos sobre pentagramas. Hadas que, incluso, pueden ser melancólicas sin que eso les quite el júbilo de la danza.


domingo

Artistas varios - Album verde

Dada Distribución - 2005


The Beatles tuvieron su álbum blanco. Las recopilaciones de sus temas fueron los clásicos álbumes dobles rojo y azul. Y de la mano del reggae llegó el Album verde, un tributo de bandas argentinas, con invitados chilenos, mexicanos, costarricenses y brasileros; de una notable impronta jamaiquina para el famoso cuarteto inglés. Si la conjunción parece arriesgada es, sencillamente, porque lo es. Album verde, sale airoso -aún en su disparidad- del desafío de transformar algunos clásicos -y otros no tantos- de los padres del pop en canciones de ritmos del acervo rastafari. Y la diversidad así como da cuenta de distintas calidades en el hacer musical, aporta matices con trazos de ska, algo de dub y mucho reggae. Imperdibles los mexicanos Antidoping, Fidel Nadal + Holy Piby y Satélite Kingston, vecinos de sala de Error No Manejado.


martes

Johnny Clegg - Anthology

Valley - 2000


Las recopilaciones suelen ser un arma de doble filo. O inclinan la balanza a favor provocando un deseo irrefrenable de escuchar la obra tal cual fue concebida por el/los músico/s en cuestión o es probable que provoque tal desinterés que nunca volvamos a retomar la escucha de la víctima de la compilación. En el caso de la Anthology de Johnny Clegg, ocurre -con total justicia- lo primero. Llegué a Clegg de casualidad y me atrapó con su perfecto ensamble entre el folk y el rock occidental con la densidad percutiva y nostálgica de la música zulú. Esta antología da un panorama de lo producido por este extraño sujeto entre 1979 y 2000 y que incluye las críticas al régimen sudafricano del apartheid desde 2 lugares: la lírica y el cuerpo en el escenario junto a músicos negros que estaba prohibido por el gobierno blanco sudafricano y que significaba, en la estrechez fascista del régimen blanco, ser negro por adopción, es decir no ser humano; una aberración. Y si a esa elección política (donde el propio cuerpo se juega y no se limita a la teoría del bien pensar) se le suma una delicada potencia arrolladora y las enormes ganas de bailar que provoca en muchos tracks, estamos frente al muestrario de una obra tan preciosa como subversiva. Que es lo mismo que decir: una verdadera obra de arte.


jueves

Ben Harper - Welcome to the Cruel World

Virgin America - 1994


Al escuchar la voz de Ben Harper uno tiene dos certeza: 1) que es una de las voces masculinas más prodigiosas de los últimos tiempos y 2) es negro. La primera se confirma con el correr de Welcome to the Cruel World; la segunda cae a partir del momento en que queda al descubierto el verdadero origen de Ben Harper: el mestizaje. Mestizaje que se traduce en una mezcla compleja, efectiva y soberbia de funk, rhythm & blues, toques de soul, intertextos de folk y trazos de gospel. Mezcla que habla de un músico que toma por las astas el riesgo estético de una apuesta a su propio ritmo. Si, como dicen, una buena película (en el estricto sentido del lenguaje cinematográfico) es aquella que se sostiene y entiende sin necesidad de una banda sonora, sin el guión hablado, un buen disco puede ser (en el estricto sentido del lenguaje musical) aquel que se entiende aún sin tener idea del idioma del autor. Ese es el caso de Welcome to the Cruel World, lectura de un mundo cruel que nos entrega el profundo sentido espiritual y religioso que tiene la música de este autor de una genialidad de escasa circulación en la actualidad.


martes

Marcus Miller - Tales

Pra Records - 1995


Marcus Miller es un músico exquisito. Colaborador de Miles Davis (es el multi instrumentista que en el magnífico Tutu toca todos los instrumentos a excepción, claro, de la trompeta...), hace una perfecta traducción de los ribetes clásicos del jazz y el bee-bop a un lenguaje musical accesible para oídos no acostumbrados a las disonancias de una jam session. Las pertenencias a las filas del viejo Miles se notan en Tales. Y se notan con orgullo; suenan a un faro, a un concepto, una idea que se renueva no sólo en el respeto estético sino también en una apuesta a imprimirle las propias huellas, como la voz que nos cuenta al oído o el abandono/reuso de los rastros del pasado para construir un disco sólido y bello.


jueves

Thom Yorke - The eraser

XL Recordings - 2006


Que Thom Yorke sea el cantante de Radiohead exime de muchas palabras. Que The eraser sea su primer trabajo solita ha dado mucho de qué hablar. Miles y miles de palabras para explicar lo que no necesita explicación: el fenómeno inglés no es nuevo. Al trabajo de todos aquellos que han salido de bandas se lo compara, inevitablemente, con los de su (no neceariamente, como es el caso de Yorke) anterior formación. Un afán arqueológico que busca varios fines:1. legitimar la escucha por afinidad u oposición; 2. hallar en el nuevo trabajo las raíces de lo que el artista le ha destilado a la banda de la que proviene; 3. coleccionar detalles apto para fanáticos. Lamentablemente, Yorke no escapa de darle comida a esa arqueología. Si The eraser se parece a/es la cotinuación de/sugiere a Kid A, es lo que menos debería importar. Esa perspectiva es la que deprecia a un muy buen disco.


Sade - Stronger than pride

Sony - 1988


Pienso en los orígenes de la música. Pienso en el intelecto -en el lenguaje- interpretando lo agradable que puede esconder el choque de dos piedras, la rama en el tronco hueco, el viento en las cañas sesgadas. A eso me remite la voz de Sade, a ese proceso de intelectualización en el que el sonido (partiendo del ruido) troca en música. La dama sobrevuela en esa delgada línea y no inlcuye en ningún momento, nada que se aparte de un camino armonioso, suave e incluso bailable. Porque la música también es eso. Y el disparador de momentos de reflexión y escucha activa tanto como de compañía agradable. Stronger than pride es un camino llano, un paisaje con distintos tonos que nos envuelve con melancolía, júbilo y unas enormes ganas de escucharlo otra vez.


lunes

BangBang - Je t'aime Je t'aime

Yellow Productions - 1999


Nada que ocultar: todo muy moderno, todo muy cool. La gráfica del disco recuerda a los hombres-bala de los circos, aquellos que salían despedidos al cielo por medio de un cañon. BengBang parece ser uno de esos grupos que aparecen en el firmamento con un vuelo efímero. Imposible dejar de pensar en The In Sound from Way Out! de los Beasty Boys o en cualquier disco de sus congéneres y coterráneos París Saint-Germain. Demostrando, como si hiciera falta, que los franceses se han apoderado de uno de los sonidos más significativos de sus vecinos británicos: el pop.


Angelique Kidjo - Keep on moving (The best of...)

Sony - 2001


Al contrario de los discos en vivo, las recopilaciones siempre tuvieron un atractivo particular para mí. Supongo que era porque tenía los álbumes rojo y azul de The Beatles (que a su vez eran una colorida extensión del verdadero doble de los 4 fantásticos: el álbum blanco) que resultaron ser el summum de las recopilaciones. En este caso, el resultado de la excursión de la africana Kidjo por la fusión de la música de su Benín natal con el pop occidental es un poroto de "Los grandes éxitos de...". El criterio no parece ser otro que el paneo necesario, el gran plano secuencia por la obra de una mujer de una voz maravillosa que encastra a la perfección con la sutileza de una música que en varios momentos hacen que los pies sigan el ritmo de la música, una inyeeción de ganas de bailar. Como un pez que nada contra la corriente, no sale a exponerse en la débil categoría de la world music para asuzar, con beats negros, a los blancos muchachos occidentales.


Sinead O'Connor - Throw down your arms

That's why there's chocolate and vanilla - 2005



La primer palabra que se me ocurrió para calificar a la vuelta al ruedo de la irlandesa O'Connor fue respeto. Sorprendido por la existencia de este álbum de clásicos del reggae interpretados por esta bella europea blanca, y con la expectativa que me genera la voz de esta dama, me dediqué a navegar por los sonidos claros, precisos y sin mayores ornamentos de Throw down your arms. Sinéad O'Connor se mantiene apegada al sonido original de las canciones que interpreta, dejando traslucir, incluso, el hecho inexorable de ser una voz extranjera para estos menesteres de la música caribeña tan emparentada, en nuestro imaginario argentino, con la religión rastafari, Bob Marley y la más mística marihuana. La irlandesa no sólo sale airosa de su excursión religiosa traducida en música, sino que reafirma la vieja fantasía de que es posible el abordaje de una expresión ya no tan ajena como el reggae pero si tan ancestral como los temas elegidos.


Prince - 3121

Umvd Labels - 2006


En alguna época hubo una pseudo batalla por el reinado del pop entre dos grandes músicos negros: Prince y Miguelito Jackson. Como buen desubicado estético (criado a fuerza de mezclar The Beatles con Los del Suquía con Little Richard con Para bailar en jeans - Volumen 4 con Black Sabbath con Nino Bravo con...) hinchaba por el ahora cuasi blanco muchacho del sombrero negro y la caminata lunar. De Prince me desagradaba su andar de petiso fanfarrón, su ropa estridente, su cuidado extremo por parecer lo que estaba seguro de ser: un verdadero genio. Lo primero que me dio vuelta la cabeza fue su monumental Sign'O'Times. Y le siguieron otros anteriores y otros posteriores hasta que se le dio por ser resumir su nombre (con lo que ello implica) en un simbolito y hacerse llamar El Artista. De ahí en más, el gatillo de mi prejuicio se disparó -una vez más- para quitarle lugar al morocho fanfarrón de Minneapolis.

3121, es un puente entre aquel Prince espumoso (en el sentido más champagne del término), brillante (en el amplio sentido de estrella) y canchero que parece haber dejado que la música negra deviniera para, una vez más, reaparecer y decir: "Esto ya fue tocado alguna vez por mí... Y si es nuevo, puedo hacerlo mejor". Sonido urbano, sonido pop, funk a rabiar y Maceo Parker como músico invitado completan una obra que suena compacta, renovada/renovadora, fantástica de comienzo a fin. Pero siendo que nada es perfecto, los abusos de El Artista hacen que se haya incluido en el álbum el tema Te amo, corazón donde Prince pierde por goleada con el bolero. Nada que saltearlo en la escucha no pueda solucionar, ¡voto a Manzanero!


jueves

Goldfrapp - Black Cherry

Mute - 2003


No sé si es la edad, pero los discos que comienzan con acordes de sintetizadores produciendo un sonido estridente, zumbón, con un fondo de crepitar, me predisponen mal. Como en mi primer approach a Black Cherry, suelen tener como efecto secundario la cancelación automática e inmediata de la escucha. Efecto secundario que hace que algunas veces me pierda de pasar un buen rato. Sí: o tuve paciencia por partida doble o estaba distraido en otra cosa, pero mi oído sorteó mis tontos escollos y se encontró con que transmitía melodías cargadas de magnetismo: el pié moviéndose al ritmo del dúo británico y de la voz de Alison Goldfrapp que flamea susurrante a partir del track que le da el nombre al disco. Lo que se ve en la tapa, se escucha: el retomar la estética de los '80 para pasarla por el tamiz del destello de la música electrónica. Black Cherry no cambió ni cambiará el rumbo de la música pero resume en su potencia y claridad una gran verdad de la vida: nadie como los ingleses para la música pop.


lunes

Amos Lee - Amos Lee

Blue Note Records - 2005

De algún modo llegó. Y encajó peferctamente en ese borde oscuro donde el soul roza con la FM. La voz de Amos vibrando -como podría haberse escuchado en un equipo JVC monoaural con televisor en blanco y negro- para poner terciopelo sobre una música serena, compacta, ajustada. Lo escucho y no puedo dejar de imaginar la silueta de mi mujer a la luz tenue de unas velas, la charla distendida: todo fluye. El disco acompaña y, si uno lo permite, lleva por caminos sin sobresaltos. Incluso cuando el funk nos hace mover el pie y la cabeza asegurando que el tal Amos sabe hacer las cosas bien. Es probable que al finalizar la escucha la sensación de que la felicidad es posible invada a un alma oscura. A no desesperar, el efecto Lee desaparece sin dejar resaca. Como el buen vino.


miércoles

Screaming Headless Torsos - 1995

Fuzelicious Morsels - 1995


Screaming Headless Torsos es una de las excursiones musicales de ese enloquecido sujeto llamado David Fiuczynski, cosa que desconocía en la primera escucha. Sin embargo, la esencia de su arte me produjo exactamente lo mismo que cuando escuché su producción solista Jazzpunk: no pude llegar al último tema sin tener la sensación de haber metido la cabeza adentro de una licuadora. Esto no quita el haber quedado maravillado con muchos de los pasajes de un disco que no tiene la pretensión del agrado sino las huellas de un auténtico acto creativo sin conseciones a la oreja ajena. Todo enmarcado en el respeto por la música producida y el cuidado del sonido. 1995 se transforma en una invitación a uno de esos viajes que terminan con algo de aturdimiento, un jetlag estético. Un disco con el que no se podrá trepar a los charts ni escuchar en la FM pero que tiene el valor de esos vértigos que producen las montañas rusas del sonido.


lunes

Jack Johnson - In Between Dreams

Universal - 2005

Hay crestas de la ola y crestas de la ola. Unas son usadas como metáfora del punto más alto al que alguien puede llegar con algo. Por otro están esas crestas de las olas reales, las que los muchachos como Jack trepan con sus tablas de surf. Uno, desde afuera, los ve deslizarse plácidamente sin sentir -uno mismo- la tensión del músculo, la fuerza del mar, la sutileza del equilibrio. Así como se perpetúa en imágenes una buena cabalgata en la cresta de una ola, sin rispideces ni caídas, transcurre la escucha de In between dreams. Buena compañía, oído relajado, precisión y poca parafernalia. Una sencillez que, en base a buenas melodías, me dan unas tremendas ganas de volver a la posada de Praia do Rosa en que lo escuché por primera vez, desayunando en compañía de mi amada, preludio de playa, sol, mar y amar.


viernes

The information - Beck

Interscope Records - 2005



The information empieza con el señorito Beck diciendole a su banda "One, two, you know what to do" porque él sabe que saben qué hacer. De allí en más el blondo y burbujeante californiano y sus amigos dibujan un disco que tiene todo lo que una obra de Beck tiene que tener: canciones que giran mágicamente; comienzos que amagan hacia un lado y salen hacia el otro como un buen número 10 en la cancha y en la traza de su primer álbum comercialmente conocido: Odelay; finales enroscados que se pierden, confunden, hacen ruido; y talento, mucho talento. Con tal principio, uno no puede dejar de pensar en The Information como una gran ironía musical del tiempo hiperveloz, hiperinformado. Un canto sobre el desgaste de la robotización de la estética, de la necesidad del mercado de reducir la vida a la velocidad con que se la viva: la superposición rítmica como forma del vértigo en 1000BPM; BPM, acrónimo de bits per minute que define tanto a un parámetro en la música como para los latidos del corazón.

El gran comienzo con Elevator music toma, en lo nominal, el concepto de música para shoppings, celulares y ascensores (liviana, blanda, sin riesgo), pero el mago Beck lo convierte en una parodia que lo aleja de la experimentación estética de Brian Eno en su Ambient1/Music for Airports. No sentía impacto similar en el primer corte de uno de sus discos desde que, caminando por la calle, me puse los auriculares, apreté play y en mis oídos comenzó a sonar Cold Brains, puntapié de esa maravilla llamada Mutations. The information es una extraña perla en el collar que la dupla Beck/Godrich está produciendo. Los íntimos e intimistas Mutations y Sea changes fueron puntos de inflexión, cambios, búsquedas en el camino del músico. Esta última producción suena más a esencia Beck metiéndose en la piel del productor. Para el californiano ha pasado ese manotazo de ahogado que fue Güero (receta remanida, intento de reaseguro de una fórmula exitosa anterior; como esos escritores que, presionados por el contrato editorial, rescatan cuadernos rojos, biografías imposibles, pecados narrativos juveniles) paa darle paso a la rectificación del camino, a una apuesta renovada y redoblada: ese es el sonido de The information.


miércoles

Matisyahu - Youth

JDub Records - Epic 2006



Lo primero fue el prejuicio -que Nietzsche adjetivaba como suburbano- disfrazado de pregunta: ¿qué es lo que puede ofrecerle al reggae un músico devenido en judío ortodoxo practicante para quien, uno supone, la religión lo es todo? Lo primero que me imaginé era que podía escuchar una suerte de adaptación hebrea de las bandas de rock'n'roll cristianas. Un émulo de los pelilargos otrora emparentados con los representantes de Satán, revoleando largas melenas, chalecos con brillos, botas al mejor estilo glam rock. Pero el sencillito de don Matisyahu se calzó la misma ropa que usan los muchachos ortodoxos del barrio y desgrana unas contundentes, amigables, filosas mezclas del más cálido reggae con el tan vapuleado hip-hop sin dejar de resonar un fondo de cocción de música judía. Más cercano, paradójicamente (o no tanto) al mix propuesto por la belga-egipcio-palestina Natacha Atlas.


Youth es un disco sumamente parejo lo que no quiere decir que le hayan pasado un rasero. Hay puntos muy altos como Fire Of Heaven/Altar Of Earth, el mismo Youth y Time Of Your Song, en un comienzo de disco contundente y a puro reggae. Y otros apenas por debajo. Es de esperar: letras comprometidas con su religión (traducir Jerusalem) , una militancia tolerante no exenta de poética y, sobre todo, una claridad conceptual que no abunda. Como perlita, en el track Dispatch The Troops desliza el SOS de Message in a Bottle de los recargados The Police, tema que el mismo Matisyahu recreó tiempo después. No soy de los que consideran que hay que pasar la vida lo mejor que se pueda hasta la llegada del reino de los cielos: obviando esa presencia discursiva decanta un excelente disco.


jueves

The Who - Quadrophenia Remastered

Track Records - 1973 / Polydor - 1996

La primera vez que supe de la existencia de Quadrophenia fue en una pequeña habitación en Madrid. Había escuchado hablar de The Who. O al menos eso creía. O al menos eso quería creer. Puse el primer disco y quedé absorto escuchando el mar. Y cuando empezaba a preguntarme qué de genialidad tenía aquello que se llamaba I'm the sea y me subyugaba, me sacó de la modorra The real me. Era el álbum doble. No la banda de sonido de la película. Y no paré hasta escuchar ambos discos un par de veces. Grande fue mi alegría cuando vi que en un cine madrileño, uno de los pocos de entonces en el que no doblaban las películas, daban el film inglés dirigido por Franc Roddam. Los amigos zeppelines en The song remains the same, los alucinógenos Floyd con Live in Pompeii y Phantom of the Paradise (del gran Brian de Palma con un enigmático y perverso enano Paul Williams) eran el resto del banquete de cine y música que ofrecía la pequeña sala. Y sí: la melancolía del disco estaba puesta esas escenas de desilusión adolescente, de sueño caído, de frontera traspasada. La negación, el sujeto freezado, la decepción de ser el único en sostener lo insostenible. No voy a enumerar los motivos neuróticos por los cuales me volví sin un ejemplar de ese disco que, bien sospechaba, era inconseguible en Buenos Aires. En mi descargo sólo diré que si mi padre no me lo regaló fue sólo porque no pudo robarlo. Un par de años más tarde, en la argentinísima playa brasileña de Camboriú, di con una copia en cassette. No dos cassettes, sino uno de cinta finita que se me cortó y emparché con cinta adhesiva en muchas oportunidades. Igual me pasó con la edición argentina en cinta de Fiebre del Sábado por la Noche. Y como el personaje de Sting en Quadrophenia, pasados unos años esa maravilla universal, había perdido potencia, se diluyó en otros intereses y se fue. Hasta que en una aburrida tarde de oficinas di con la resmaterización del disco. Y entendí por qué había quedado alucinado con los golpes de bata de Keith Moon, qué de esa nostalgia seguía intacta en la escucha de tantos años después. Y entendí el concepto de obra, de estructura narrativa, de mixes de canciones que se enlazan unas con otras y vuelven, leit motiv, que más adelante sonaría en grande con The Wall. Henry Miller, a raíz del libro Ella de Rider Haggard, dice (nada textualmente) que todo escritor debería volver a leer, a edad madura, los libros que en la infancia lo formaron como lector y escritor. Lo mismo pasa con Quadrophenia.