jueves

Ben Harper - Welcome to the Cruel World

Virgin America - 1994


Al escuchar la voz de Ben Harper uno tiene dos certeza: 1) que es una de las voces masculinas más prodigiosas de los últimos tiempos y 2) es negro. La primera se confirma con el correr de Welcome to the Cruel World; la segunda cae a partir del momento en que queda al descubierto el verdadero origen de Ben Harper: el mestizaje. Mestizaje que se traduce en una mezcla compleja, efectiva y soberbia de funk, rhythm & blues, toques de soul, intertextos de folk y trazos de gospel. Mezcla que habla de un músico que toma por las astas el riesgo estético de una apuesta a su propio ritmo. Si, como dicen, una buena película (en el estricto sentido del lenguaje cinematográfico) es aquella que se sostiene y entiende sin necesidad de una banda sonora, sin el guión hablado, un buen disco puede ser (en el estricto sentido del lenguaje musical) aquel que se entiende aún sin tener idea del idioma del autor. Ese es el caso de Welcome to the Cruel World, lectura de un mundo cruel que nos entrega el profundo sentido espiritual y religioso que tiene la música de este autor de una genialidad de escasa circulación en la actualidad.


martes

Marcus Miller - Tales

Pra Records - 1995


Marcus Miller es un músico exquisito. Colaborador de Miles Davis (es el multi instrumentista que en el magnífico Tutu toca todos los instrumentos a excepción, claro, de la trompeta...), hace una perfecta traducción de los ribetes clásicos del jazz y el bee-bop a un lenguaje musical accesible para oídos no acostumbrados a las disonancias de una jam session. Las pertenencias a las filas del viejo Miles se notan en Tales. Y se notan con orgullo; suenan a un faro, a un concepto, una idea que se renueva no sólo en el respeto estético sino también en una apuesta a imprimirle las propias huellas, como la voz que nos cuenta al oído o el abandono/reuso de los rastros del pasado para construir un disco sólido y bello.


jueves

Thom Yorke - The eraser

XL Recordings - 2006


Que Thom Yorke sea el cantante de Radiohead exime de muchas palabras. Que The eraser sea su primer trabajo solita ha dado mucho de qué hablar. Miles y miles de palabras para explicar lo que no necesita explicación: el fenómeno inglés no es nuevo. Al trabajo de todos aquellos que han salido de bandas se lo compara, inevitablemente, con los de su (no neceariamente, como es el caso de Yorke) anterior formación. Un afán arqueológico que busca varios fines:1. legitimar la escucha por afinidad u oposición; 2. hallar en el nuevo trabajo las raíces de lo que el artista le ha destilado a la banda de la que proviene; 3. coleccionar detalles apto para fanáticos. Lamentablemente, Yorke no escapa de darle comida a esa arqueología. Si The eraser se parece a/es la cotinuación de/sugiere a Kid A, es lo que menos debería importar. Esa perspectiva es la que deprecia a un muy buen disco.


Sade - Stronger than pride

Sony - 1988


Pienso en los orígenes de la música. Pienso en el intelecto -en el lenguaje- interpretando lo agradable que puede esconder el choque de dos piedras, la rama en el tronco hueco, el viento en las cañas sesgadas. A eso me remite la voz de Sade, a ese proceso de intelectualización en el que el sonido (partiendo del ruido) troca en música. La dama sobrevuela en esa delgada línea y no inlcuye en ningún momento, nada que se aparte de un camino armonioso, suave e incluso bailable. Porque la música también es eso. Y el disparador de momentos de reflexión y escucha activa tanto como de compañía agradable. Stronger than pride es un camino llano, un paisaje con distintos tonos que nos envuelve con melancolía, júbilo y unas enormes ganas de escucharlo otra vez.