lunes

Prince - 3121

Umvd Labels - 2006


En alguna época hubo una pseudo batalla por el reinado del pop entre dos grandes músicos negros: Prince y Miguelito Jackson. Como buen desubicado estético (criado a fuerza de mezclar The Beatles con Los del Suquía con Little Richard con Para bailar en jeans - Volumen 4 con Black Sabbath con Nino Bravo con...) hinchaba por el ahora cuasi blanco muchacho del sombrero negro y la caminata lunar. De Prince me desagradaba su andar de petiso fanfarrón, su ropa estridente, su cuidado extremo por parecer lo que estaba seguro de ser: un verdadero genio. Lo primero que me dio vuelta la cabeza fue su monumental Sign'O'Times. Y le siguieron otros anteriores y otros posteriores hasta que se le dio por ser resumir su nombre (con lo que ello implica) en un simbolito y hacerse llamar El Artista. De ahí en más, el gatillo de mi prejuicio se disparó -una vez más- para quitarle lugar al morocho fanfarrón de Minneapolis.

3121, es un puente entre aquel Prince espumoso (en el sentido más champagne del término), brillante (en el amplio sentido de estrella) y canchero que parece haber dejado que la música negra deviniera para, una vez más, reaparecer y decir: "Esto ya fue tocado alguna vez por mí... Y si es nuevo, puedo hacerlo mejor". Sonido urbano, sonido pop, funk a rabiar y Maceo Parker como músico invitado completan una obra que suena compacta, renovada/renovadora, fantástica de comienzo a fin. Pero siendo que nada es perfecto, los abusos de El Artista hacen que se haya incluido en el álbum el tema Te amo, corazón donde Prince pierde por goleada con el bolero. Nada que saltearlo en la escucha no pueda solucionar, ¡voto a Manzanero!


jueves

Goldfrapp - Black Cherry

Mute - 2003


No sé si es la edad, pero los discos que comienzan con acordes de sintetizadores produciendo un sonido estridente, zumbón, con un fondo de crepitar, me predisponen mal. Como en mi primer approach a Black Cherry, suelen tener como efecto secundario la cancelación automática e inmediata de la escucha. Efecto secundario que hace que algunas veces me pierda de pasar un buen rato. Sí: o tuve paciencia por partida doble o estaba distraido en otra cosa, pero mi oído sorteó mis tontos escollos y se encontró con que transmitía melodías cargadas de magnetismo: el pié moviéndose al ritmo del dúo británico y de la voz de Alison Goldfrapp que flamea susurrante a partir del track que le da el nombre al disco. Lo que se ve en la tapa, se escucha: el retomar la estética de los '80 para pasarla por el tamiz del destello de la música electrónica. Black Cherry no cambió ni cambiará el rumbo de la música pero resume en su potencia y claridad una gran verdad de la vida: nadie como los ingleses para la música pop.