martes

P J Harvey - Dry

Island Records - 1992


Hay algo de la modernidad que estigmatiza cualquier primer disco de artistas que, estéticamente, le son afines: siempre es el único que vale la pena escuchar de punta a punta; el mejor, incluso por ser generalmente el más desconocido. En el caso de Dry, es un disco que alimenta esa forma de la modernidad porque se erige como un debut arrollador por su potencia y por ser la cuña de un nuevo discurso femenino dentro del rock más duro y puro. Con un arranque que presagia el recorrido de sus actuales 7 discos y un abanico de temas que la muestran en distintas dimensiones -o mejor aún, facetada como un diamante-, el puntapié de Polly Jean no es sólo el punto de partida de su camino, es también la punta de su zapatito punkie revoleando el tablero y las fichas de la estética rocker.